Viajando volves a ser niño

Siempre sentí que viajar era algo mágico. Cuando justamente era niño, cada vez que mis padres me decían que íbamos tan solo a Buenos Aires, mis energías cambiaban increíblemente. Hoy elijo escribir esto desde Buenos Aires y a pesar de la distancia con aquellos años, cada día que tengo que levantarme para moverme a un nuevo sitio, esas energías vuelven a resurgir.

 

Por momentos me pregunté si nací para esto, y hasta me terminé convenciendo de que al ser un guerrero maya y mi principal función es la de cuestionarlo todo, no me correspondía un lugar específico, sino el moverme. Sin embargo hubo algo tan simple como problematizante que me termino de convencer aún más de esta vida nómade que tenemos. ¿Que fue eso tan fuerte que sentí y experimenté? 

La niñez. Sí, la niñez. Cuando uno viaja, por más cercano que sea ese viaje, se desprende de toda su protección o coraza con la que vive habitualmente en su lugar, podríamos decir que en cierto punto uno ES, cada vez que viaja. Ese círculo de confort en el cual uno se mueve ya no está, y por ende no queda otra opción que deconstruirlo todo y darle mucha importancia a cosas que quizás en el lugar de todos los días pasen desapercibidas. Y si el viaje implica irse más lejos y cambiar de cultura o hasta de idioma y escritura, ahí sí quedas despojado de todo y bienvenida la magia!. Uno creerá que viajar sin un idioma con el cual comunicarse se vuelve tedioso e imposible. Nó, todo lo contrario. El viaje en otra cultura y sin idiomas para comunicarte, no hace más que depositarte otra vez en la niñez. Es una experiencia maravillosa, donde nos despojamos de todas nuestras ropas de adultos, con las cuales nos definimos, estructuramos y relacionamos en nuestra vida cotidiana. Todo eso que compone lo que somos, ya no está.

Uno tiene que volver a abrirse a todo, y con ello vienen la motivación constante, la timidez, la soltura, el deseo por descubrir y la inocencia, entre otras cosas. Si con estas características no podemos asociar el viaje a la niñez, es porque no fuimos niños. El niño juega, no tiene principios, descubre y decodifica todo a su alrededor, eso mismo que hacemos cuando viajamos de adulto, pero siendo niños. 

Esto no solo nos motiva a viajar, sino que nos muestra una vez más que la niñez no es un momento de nuestras vidas. Por el contrario, es un estado atemporal, el cual se podría definir por ciertas características que con solo despertarlas vuelve. No dejes que solo los viajes te despierten de la niñez, incluso anímate a deconstruir el concepto de viaje y verás que no necesariamente tenemos que salir de nuestra ciudad o nuestro entorno para poder viajar.

 

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Comentarios: 2
  • #1

    Flavia Mendez (miércoles, 23 mayo 2018 02:42)

    Precioso!!! Gracias!!!

  • #2

    Chacay Arte (domingo, 27 mayo 2018 04:50)

    Que lindo que te gustó! Abrazo!